¿Cómo descubrir tu talento personal para que tu vida tenga Propósito?

Con frecuencia escuchamos que venimos a este mundo a ser felices, pero ¿en qué consiste esto exactamente? Quizás sería más acertado saber cómo ser felices o conocer para qué hemos venido a éste mundo. Estoy convencida de que el objetivo vital de todas las personas consiste ni más ni menos que en:

Aprender a amar y a ser amados

En ese aprendizaje –no fácil- encontramos el reto y el logro al mismo tiempo. Es decir, cuanto más aprendamos a amar, más cerca de la plenitud y el gozo del vivir estaremos. Es lo que vamos a llamar Misión de Vida.

Todos tenemos pues idéntica misión: aprender a amar y a ser amados. La misión de la vida es igual para todos porque es la misión de las almas: el AMOR. Ser dichosos y sentirnos plenos.

Pero entonces, ¿dónde reside la autenticidad individual si todos hemos venido a la mismo?

Cuando nos hacemos éste tipo de preguntas, estamos conectando con la visión de nuestra vida, con el despertar de la consciencia, para ver el mundo con un sentido. Y es entonces cuando descubrimos nuestro propósito de vida, que no es otra cosa que todo aquello que podemos ofrecer al mundo – nuestras habilidades, talentos y dones.

El Propósito de vida es todo aquello que tú puedes ofrecer al mundo.

En mi caso, tras muchas experiencias personales y laborales, un día me di cuenta que las personas me veían como alguien a quien podían explicar su vida. Desde muy joven me decían que sabía escuchar y que tenía una actitud que transmitía confianza a los demás. Y es cierto: tengo facilidad para lograr empatía -ponerme en la posición de otros- y acompañarlos –darles apoyo y soporte emocional-. Así fue como descubrí, identifiqué y por fin vi, mi propósito de vida.

A partir de ahí paulatinamente fui descubriendo que lo que yo deseaba en la vida era ayudar a otras personas. Tuve la visión de mi vida  y cursé estudios de Educación Social. Luego vino el periodo de trabajar durante más de 15 años como Educadora Social en diversos organismos públicos.

Sin embargo, un día mi afán por ayudar a los demás se veía encorsetado por las rigideces y los protocolos de la Administración Pública. De repente todas las piezas sueltas del puzle encajaron a la perfección. Me había pasado toda la vida preparándome para ello, sin ser consciente pero con un presentimiento mayor: “lo mío eran las relaciones de ayuda y lo mejor aún estaba por llegar”.

Fue en ese momento cuando tuve verdadera consciencia de mi propio Propósito de Vida: ofrecer a los demás orientación para identificar sus propias sendas de auto-conocimiento. Abandoné mi plaza de funcionaria y emprendí mi propio proyecto : Ayudar a otros, a que logren conocer y aprendan su Propósito de Vida, y de esa manera, pongan en práctica y consigan su Misión: aprender a amar.

Así pues, para responder a la pregunta ¿cómo conocer tu talento personal para que tu vida tenga propósito? es absolutamente importante, conocernos a nosotros mismos. Una forma de lograrlo es a través de las experiencias vitales y también, formulándonos las oportunas preguntas:

  • ¿Sientes sensación de hastío o vacío en tu vida cotidiana?
  • ¿No le encuentras sentido al trabajo que realizas?
  • ¿Quizás te planteas un cambio laboral pero no terminas de “Ver” el qué?
  • ¿Sientes que tienes muchas cosas que aportar pero que no se valoran o aprovechan en aquello a lo que te dedicas a diario?
  • ¿Experimentas una llamada interna a dar más sentido y profundidad a lo que haces?
  • ¿Intuyes que hay algo dentro de ti que necesita ser canalizado en forma de profesión, servicio u ocupación?

Enhorabuena si has contestado afirmativamente a 3 o más de esas preguntas en sentido afirmativo. En ese caso el significado es doble:

  1. Tienes un Propósito y no lo has descubierto, todavía
  2. No has descubierto tu Propósito porque te falta Visión de Vida.

Descubriendo habilidades, talentos, dones y al final, Propósito.-

Para lograr Visión de Vida, necesitamos preguntarnos:

¿Qué es aquello que más nos gusta hacer?

Lo que más de todo, todo. Para unos será cocinar, para otros tocar un instrumento; escribir; actuar; viajar; cantar; ayudar… etc. Lo normal es que nos guste mucho, mucho, aquello para lo que contemos con habilidad especial: nos resulte fácil… fluyamos. Es decir, empezamos a abordar el concepto: “talento”.

El talento es la capacidad que tenemos para aprender o la habilidad por encima de lo normal de desarrollar una actividad determinada. Aquellas cosas en las que destacamos por encima de la media y que nos resultan relativamente fáciles de desempeñar. Nos damos cuenta, porque en poco tiempo, obtenemos buenos resultados.

Por ejemplo, os voy a contar que yo tengo talento para bailar. Soy capaz de aprender pasos de baile con bastante rapidez. Me dejo llevar fácilmente por alguien que sepa más que yo. Tengo sentido del ritmo, aprendo pronto y disfruto. Pero no me dedico profesionalmente. Estoy convencida que si me decidiese a ello, me resultaría placentero y tendría la sensación de no esfuerzo. Tengo talento. Sin embargo, no es mi Propósito en la vida dedicarme al arte del baile.

El don, es una habilidad excepcional con la que venimos “de nacimiento”. Sin necesidad de hacer prácticamente nada, destacas sin más y además, de manera extraordinaria.

Como os decía al principio, a mí me ha pasado algo extraordinario desde muy joven: las personas se “confiesan” conmigo valorando mi paz y tranquilidad. Sobretodo me solicitan y valoran mis consejos. No he hecho nada especial para ello. Sólo parece que tengo un imán para atraer “confidencias”. Gran capacidad innata de escucha y poder de transmitir calma y sosiego, con solo estar ahí.

Ya sean talentos o dones, descubrirlos y desarrollarlos, os aseguro que resulta, fascinante.

Cuando los identificamos –con visión de vida– sentimos que fluimos. Que todo está en “su sitio”. Disfrutamos cada vez que lo hacemos, y siempre experimentamos motivación para seguir desarrollándolos, todavía, mejor. Es en ese estado en el que se habla de pasión por lo que haces. Es justo en ese preciso instante cuando has dado Propósito a tu Vida.

A veces esos dones o talentos los tenemos bastante identificados, pero algo nos refrena diciéndonos que no podemos dedicarnos a ellos. Hemos escuchado demasiadas veces que de “eso” no se vive. Eso no te va a dar de comer; no podrás formar una familia o podrás pagar una hipoteca.

En definitiva, estamos renunciando a nuestra Misión de Vida -el AMOR- porque se apodera de nosotros la fuerza contraria: el MIEDO.

Sin tener clara nuestra Misión –venimos a ser amor- tomamos decisiones basadas en su ausencia: el miedo. El miedo a lo que dirán los demás; lo que pasará; a si podría ganarme la vida, etc. Al final, eso supone que un número muy elevado de personas emplean su vida condicionados por factores externos a sí mismos.

Unas veces por el interés económico; otras por la presión familiar o social, y otras muchas, ni siquiera decidiendo lo que hacen… sólo haciendo lo que salga o donde la vida les lleve.

A partir de estas reflexiones quizá comprendas que llevas demasiado tiempo dedicado a un trabajo que no te reporta ningún tipo de satisfacción personal. Sólo sientes desazón interna y vacio existencial. Cada día, más.

El tiempo pasa, los años se amontonan y tienes la sensación de no haber hecho nada bonito o trascendental con tu vida. Llevas tanto tiempo en piloto automático, que ya no recuerdas si alguna vez se te dio bien algo en particular.

Se trata pues de que descubras tus dones, tus talentos, tu Propósito de Vida.

Ser brillante y excepcional en aquello que se te da maravillosamente bien. Aquello con lo que fluyes y disfrutas y no perder la vida sin Propósito y olvidando TÚ Misión de vida.

Cuando las personas hacemos lo que realmente nos apasiona, damos lo mejor de nosotros mismos. Sin esfuerzo. Con pasión. Sintiendo que fluimos con la vida.

Cuantas más horas de tu vida te encuentres disfrutando de lo que haces, mejor vas a sentirte: Es fácil: tu vida tiene Propósito y lograrás tu Misión. Pero lo más maravilloso es que los demás disfrutarán de lo que haces, de lo que aportas y de cómo eres tú, cuando lo haces.

No tener Propósito de Vida es desperdiciar tu existencia y no lograr conocer ni llegar a cumplir tu Misión de Vida.

Por eso hay tantas personas tristes y resignadas viviendo con malestar, sufrimiento y frustración.

Necesitas pues, lo primero de todo, ¡Tener Visión de Vida!

¿Te imaginas cómo sería el mundo si todos nos dedicáramos a aquello que nos apasiona?

La vida sería sencillamente fantástica. Más de lo que ya de por sí, es.

Pistas para tener Visión de Vida.-

Para descubrir cuáles son tus talentos o tus dones, puedes hacer un viaje en el tiempo. Vuelve a tu infancia y de nuevo hazte buenas preguntas:

  • ¿Con qué soñabas o que te decías que querías ser?
  • ¿Cuáles eran tus juegos preferidos?
  • ¿Qué se te daba estupendamente bien?
  • ¿Qué es aquello que tantas veces te dijeron que no servía para nada o que no te permitiría vivir de ello?

También puedes tomarte un momento para reflexionar:

  • ¿Qué es lo que realmente me apasiona?
  • ¿Qué es aquello que cuando lo hago, me hace sentir completamente satisfecho?
  • ¿A qué me dedicaría si no necesitara el dinero?
  • ¿Qué cosas hago, en las que el tiempo se me pasa volando?

Una vez tengas identificados tus talentos o dones –Propósito– el verdadero reto reside en perseverar. Muchos te dirán que estás loco, o que estás perdiendo el tiempo, o quizá, que es demasiado tarde para ti. Nadie está en tus zapatos. En realidad la reflexión correcta es la  contraria: llevas demasiado tiempo perdiendo el tiempo en lo que te aleja de tu Misión de Vida. Entonces, la auténtica locura es seguir con la desazón a cuestas el resto de tu vida o, medicarte para sobrellevarla.

Recuerda para descubrir el Propósito de tu Vida, necesitas Visión.

Sólo con Visión y Propósito, culminarás tu Misión.

Identifica tus habilidades, tus talentos o tus dones y… ¡adelante!

La plenitud te espera.